EL PATO DONALD PRESIDENTE
Donald siempre estuvo presente en nuestra infancia, siendo un personaje que se caracterizaba por ser un poco irritable e iracundo, que solía encolerizarse y actuar por impulso. Hoy aún nos acompaña, pero no es el mismo que solíamos ver en la televisión, si no otro, que en vez de descargar su furia con sus sobrinos, lo hace con inmigrantes y mexicanos. No sólo podemos encontrar parecidos en la forma de ser de ambos patos, sino también físicos, el tupé naranja del presidente y el pico del pato es lo mismo si invertimos la caricatura.
Donald posee también una agradable voz, estridente, atropellada y colérica que se asemeja a la del presidente, perfecta para discursos y para tratar con la gente, ¿No es acaso una voz que quieres escuchar más de dos veces?
Ojalá siguiéramos viendo este personaje en dibujos animados junto a Mickey y Pluto y no en twitter como un soldado que le hace la guerra a periodistas y mexicanos, donde los mensajes del presidente son como balazos a la cortesía. ¿En qué punto llegamos a aceptar esto? ¿Cómo alguien permite que lo gobierne un alma con voz de trueno y corazón de volcán? ¿Está bien ceder el poder a quien temeroso es? Porque el temor nace de la ira, y es la ira quien conduce al desastre.
